La principal labor que desempeño como gerocultora es la de asistir, en la unidad o centro de ancianos en el cual éste se halle internado, al adulto mayor para que pueda llevar a cabo satisfactoriamente cualquier actividad inherente a su vida cotidiana, especialmente aquellas que no pueda realizar por sí mismo o que por alguna situación actual le resultan complejas, es decir, que superviso todas las actividades que realiza el adulto mayor, aquellas que puede y aquellas que no y que por tanto necesita ayuda.
Entre los más usuales se cuentan el aseo personal de la persona, el mantenimiento en condiciones de aquellos materiales de trabajo tales como: los pañales, las compresas, las toallas, entre otros, darles de comer a aquellos abuelos que no puedan hacerlo por sus propios medios y comunicar cualquier tipo de novedad vinculada al comportamiento del paciente.
Las tareas que despliego como gerocultora son decisivas y esenciales y se encuentran en estrecha relación con las que realiza el equipo de profesionales, por ejemplo los médicos. La misión será siempre la de promover la autonomía personal del adulto mayor para que prontamente éste pueda reinsertarse en la vida social que llevaba.
Como consecuencia del objetivo que se propone mi función como gerocultora es que es imprescindible desempeñar el rol en alguna residencia de ancianos que se encuentre absolutamente capacitada para la realización de tareas básicas y elementales que hacen a su función, como ser: higiene personal e íntima de mujeres, ídem hombres, higiene de prótesis dentales, higiene de los dientes naturales y de las encías, actividades vinculadas al vestido, comidas, alimentos sólidos y líquidos, reeducación fecal y vesical, y siempre con el máximo respeto y consideración hacia la persona.
